Estaba conversando con un amigo y me dijo que dejó de ir a la iglesia hace unos 20 años. Me pregunté; ¿por qué dejó de ir a la iglesia? así que le pregunté qué le hizo dejar de ir a la iglesia, me respondió… los predicadores … los predicadores me hicieron dejar de ir a la iglesia … Le pedí más detalles, había sido un fiel asistente a la iglesia durante más de 40 años, pero luego dejó de ir y no ha vuelto desde entonces. Continuó diciendo que estaba cansado de escuchar las mismas dos frases que se predicaban. Siempre eran mensajes de Arrepentimiento o Redención. Durante 40 años siguió escuchando los mismos mensajes en diferentes variaciones, pero siempre las mismas dos frases, Arrepentimiento y Redención. Me dijo que se acercó a algunos de sus predicadores y expresó sus preocupaciones y básicamente le dijeron que no podían predicar sobre otra cosa porque ese era el mensaje del evangelio, así que después de 40 años, él se cansó y se retiró. Mi amigo piensa que cuando eres nuevo en la fe, el arrepentimiento y la redención son clave e importante, pero una vez que estás en la fe por mucho tiempo, necesitas escuchar más, necesitas ver cómo un evento de hace más de 2000 años sigue siendo relevante en tu vida hoy.
¿Adivina de qué voy a hablar hoy? Arrepentimiento y Redención … No exactamente… no por que no sean importantes, porque Jesús siempre nos llamó al arrepentimiento, aceptar el evangelio y por su redención podemos recibir la vida eterna. Pero creo que si tuviera que resumir la preocupación de mi amigo de cómo un evento de hace más de 2000 años sigue siendo relevante hoy, lo resumiría con la pregunta; SEÑOR, ¿qué has hecho hoy por mí? En nuestra mente podemos saber todo sobre la historia de la salvación y cómo Dios creó el mundo, que caímos, que envió a su hijo para redimirnos y ahora estamos en el proceso de santificación y glorificación… Pero ¿cómo continuo el proceso de santificación yo hoy?
Pienso que, aunque en el fondo tenga la pregunta, Señor, ¿qué has hecho hoy por mí? Puedo tener miedo de dejarlo salir a la superficie porque puedo tener miedo de que si lo menciono me puede caer un rayo del cielo, o puedo tener miedo de ofender a Dios, o si lo menciono Dios puede pensar que estoy siendo desagradecido, o quizás yo tenga miedo de que Dios me llevé de viaje como Job y me pregunte… ¿me estás preguntando qué he hecho hoy por ti? ¿Dónde estabas tu cuando creé el mundo… cuando envié a mi hijo para redimirte … o cuando te creé?…
Por estos temores quizás no exprese la pregunta, aunque esté en mi mente… Pero ten por seguro que nuestro Dios puede manejar nuestras preguntas, me atrevería a decir que quiere que lo interroguemos, porque eso demuestra que estamos siendo sincero, después de todo, él conoce nuestros pensamientos.
Pienso que cuando preguntamos, Señor, ¿qué has hecho por mí hoy? No estamos necesariamente cuestionando lo que ha hecho en el pasado, pero yo lo veo más como un grito de ayuda. Es un reconocimiento de que lo necesitamos y, en esa necesidad, la desesperación se cuela y nos preguntamos si nos ha abandonado. De alguna manera cuando le pregunto qué ha hecho hoy por mí, estoy reconociendo que existe, estoy reconociendo que ha estado presente en mi pasado, estoy reconociendo que lo necesito y que necesito que sea parte de mi vida. El sentimiento de desesperación, de necesidad, de agobio, de cansancio, es lo que me impulsa a preguntarle, Señor, ¿qué has hecho por mí hoy?
Si escuchas o miras las noticias y nuestros asuntos actuales, seguramente verás razones por la cual podemos estar necesitados, agobiados y cansados. Mira estos titulares:
Noticias mundiales:
Ataque con misiles en Ucrania mata al menos a 5 personas.
Fuga de gas mata al menos a 17 personas en Sudáfrica.
Noticias nacionales:
Los reembolsos de préstamos estudiantiles comenzarán este otoño.
5 muertos en tiroteo en Filadelfia alrededor del 4 de julio.
Noticias locales:
8 muertes de tránsito, 4 ahogamientos en Missouri durante el fin de semana del 4 de julio.
El 24% de Missouri se encuentra bajo condiciones de sequía extrema.
Familia (Hogar):
Dificultades financieras, abuso, adicciones, problemas maritales, separación de seres queridos, de la familia o amigos, hijos que abandonan su fe, la iglesia es divisiva.
Esta es nuestra situación actual, por lo cual llevamos muchas cargas, hay mucho en lo que trabajar y es posible que no tengamos la energía para trabajar. Lo que nos puede llevar a preguntarnos… Señor, ¿qué has hecho por mí hoy?
En el evangelio el Señor nos dice “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso, porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Nos está ofreciendo su yugo… puede que no suene atractivo ya que un yugo es un instrumento que se usa para laborar, para arar, para trabajar. Un yugo se usa para unir dos animales, generalmente bueyes, para trabajar en el campo. Cuando estás seleccionando los animales para el yugo, tratas de usar dos animales de igual constitución, estatura, fuerza, porque si unes dos animales desiguales, el más fuerte o grande llevará toda la carga, todo el peso.
Una cosa interesante de esta lectura para mí es que nuestro Señor nos está pidiendo que tomemos su yugo, que nos unamos a él y que su yugo es fácil y la carga es ligera. La única razón por la cual el yugo será fácil y liviano es porque no somos de la misma constitución que nuestro Señor, no somos de la misma estatura, por lo tanto, Él será quien lleve todas nuestras cargas y haga todo el trabajo, nuestro trabajo sería simplemente aceptar el yugo y confiar.
Estamos en este mundo pero no somos de este mundo, si estamos en este mundo, seguiremos encontrando desafíos, obstáculos, dificultades y noticias negativas. Pero lo que nuestro Señor hizo por nosotros hace más de 2000 años, es tan relevante hoy como lo fue entonces, porque nuestro Señor es el gran YO SOY. El no es el Yo fui, ni seré, no es el Dios del pasado ni del futuro, es el DIOS del presente, por eso quiere que hoy tomemos su yugo, que nos unamos a él, que confiemos en él, que aprendamos de él y dejemos que nos muestre el camino.
Mi amigo dejó la iglesia hace más de 20 años porque no le parecía relevante… Si te encuentras en una situación similar, en la que no sabes si estás en el camino correcto, si la fe es relevante para ti o si incluso importa. Si las cargas de este mundo te parecen demasiado pesadas, si necesitas descansar, toma la palabra de nuestro Señor, acepta su yugo y pídele que te guíe, que te conduzca, que te enseñe.
A medida que continuamos orando, oremos no solo por nuestras necesidades, sino también por las necesidades de quienes nos rodean, quienes están sobrecargados, cansados, desesperados y no saben a dónde acudir en busca de ayuda. Ora para que cada uno de nosotros acepte el yugo de nuestro Señor y aprenda a ser manso y humilde de corazón.
Bendiciones