Santa Rosa de Lima
Santo del día para el 23 de agosto
(20 de abril de 1586 – 24 de agosto de 1617)
Según: www.franciscanmedia.org
El primer santo canonizado del Nuevo Mundo tiene una característica de todos los santos: el sufrimiento de la oposición, y otra característica que es más de admiración que de imitación: la práctica excesiva de la mortificación.
Ella nació de padres de descendencia española en Lima, Perú, en un momento en que América del Sur estaba en su primer siglo de evangelización. Parece haber tomado a Catalina de Siena como modelo, a pesar de las objeciones y las burlas de padres y amigos.
Los santos tienen un amor de Dios tan grande que lo que nos parece extraño, y de hecho a veces es imprudente, es simplemente llevar a cabo una convicción lógica de que cualquier cosa que pueda poner en peligro una relación amorosa con Dios debe ser eliminada. Entonces, debido a que su belleza era tan admirada, Rosa solía frotarse la cara con pimienta para producir manchas desfigurantes. Más tarde, llevaba una gruesa corona de plata en la cabeza, tachonada en el interior, como una corona de espinas.
Cuando sus padres tuvieron problemas financieros, ella trabajaba en el jardín todo el día y cosía por la noche. Diez años de lucha contra sus padres comenzaron cuando intentaron casar a Rosa. Se negaron a dejarla entrar en un convento y, por obediencia, continuó su vida de penitencia y soledad en casa como miembro de la Tercera Orden de Santo Domingo. Tan profundo era su deseo de vivir la vida de Cristo que pasó la mayor parte de su tiempo en casa en soledad.
Durante los últimos años de su vida, Rosa instaló una habitación en la casa donde cuidaba a niños sin hogar, ancianos y enfermos. Este fue el comienzo de los servicios sociales en Perú. Aunque recluida en la vida y la actividad, fue atraída por los interrogadores de la Inquisición, quienes solo podían decir que estaba influenciada por la gracia.
Lo que podría haber sido una vida meramente excéntrica se transfiguró desde el interior. Si recordamos algunas penitencias inusuales, también deberíamos recordar lo mejor de Rosa: un amor de Dios tan ardiente que resistió las burlas desde afuera, la tentación violenta y largos períodos de enfermedad. Cuando murió a los 31 años, la ciudad acudió a su funeral. Hombres prominentes se turnaron para llevar su ataúd.
Reflexión
Es fácil descartar las penitencias excesivas de los santos como la expresión de cierta cultura o temperamento. Pero una mujer que lleva una corona de espinas al menos puede empujar nuestras conciencias. Disfrutamos de la vida más orientada a la comodidad en la historia humana. Comemos demasiado, bebemos demasiado, usamos un millón de aparatos, llenamos nuestros ojos y oídos con todo lo imaginable. El comercio prospera creando necesidades inútiles para gastar nuestro dinero. Parece que cuando nos hemos convertido en esclavos, se habla mucho de “libertad”. ¿Estamos dispuestos a disciplinarnos en tal ambiente?