San Pablo Miki y sus compañeros
Santo del día del 6 de febrero
(murió en 1597)
Según: www.franciscanmedia.org
Nagasaki, Japón, es familiar para los estadounidenses como la ciudad en la que se lanzó la segunda bomba atómica, matando inmediatamente a más de 37.000 personas. Tres siglos y medio antes, 26 mártires de Japón fueron crucificados en una colina, ahora conocida como la Montaña Sagrada, con vistas a Nagasaki. Entre ellos se encontraban sacerdotes, hermanos y laicos, franciscanos, jesuitas y miembros de la Orden Franciscana Seglar; Había catequistas, médicos, simples artesanos y sirvientes, ancianos y niños inocentes, todos unidos en una fe y un amor comunes por Jesús y su Iglesia.
El hermano Pablo Miki, jesuita y nativo de Japón, se ha convertido en el más conocido entre los mártires de Japón. Mientras estaba colgado de una cruz, Pablo Miki predicó lo siguiente a la gente reunida para la ejecución: “La sentencia del juicio dice que estos hombres llegaron a Japón desde Filipinas, pero yo no vine de ningún otro país. Soy un verdadero japonés. La única razón por la que me mataron es que he enseñado la doctrina de Cristo. Ciertamente enseñé la doctrina de Cristo. Doy gracias a Dios que por eso me muero. Creo que solo digo la verdad antes de morir. Sé que me creen y quiero decirles a todos una vez más: Pídanle a Cristo que los ayude a ser felices. Obedezco a Cristo. Siguiendo el ejemplo de Cristo, perdono a mis perseguidores. Yo no los odio. Le pido a Dios que se apiade de todos, y espero que mi sangre caiga sobre mis semejantes como lluvia fecunda”.
Cuando los misioneros regresaron a Japón en la década de 1860, al principio no encontraron rastros de cristianismo. Pero después de establecerse, descubrieron que miles de cristianos vivían alrededor de Nagasaki y que habían preservado secretamente la fe. Beatificados en 1627, los mártires de Japón fueron finalmente canonizados en 1862.
Reflexión
Hoy ha llegado una nueva era para la Iglesia en Japón. Aunque el número de católicos no es grande, la Iglesia es respetada y tiene total libertad religiosa. La difusión del cristianismo en el Lejano Oriente es lenta y difícil. Una fe como la de los 26 mártires se necesita hoy tanto como en 1597. Te invito a pedir por todos los países que aun no permiten que el evangelio se disipe libremente por todas partes.