San Juan Crisóstomo
Santo del día para el 13 de septiembre
(c. 349 – 14 de septiembre de 407)
Según: www.franciscanmedia.org
La intriga que rodea a Juan, el gran predicador (su nombre significa “boca de oro”) de Antioquía, son características de la vida de cualquier gran hombre en una ciudad capital. Traído a Constantinopla después de una docena de años de servicio sacerdotal en Siria, Juan se encontró a sí mismo como la víctima renuente de una artimaña imperial para hacerlo obispo en la ciudad más grande del imperio. Sin imposición, pero digna, y preocupado por dolencias estomacales de sus días en el desierto como monje, Juan se convirtió en obispo bajo la nube de la política imperial.
Si su cuerpo era débil, su lengua era poderosa. El contenido de sus sermones, nunca carecían. A veces, el punto picaba en lo alto y poderoso. Algunos sermones duraron hasta dos horas.
Su estilo de vida en la corte imperial no fue apreciado por muchos cortesanos. Ofreció una modesta mesa a los aduladores episcopales que esperaban favores imperiales y eclesiásticos. Juan deploró el protocolo de la corte que le otorgó precedencia ante los más altos funcionarios estatales.
Su celo lo llevó a una acción decisiva. Los obispos que sobornaron para llegar al poder fueron depuestos. Muchos de sus sermones pidieron pasos concretos para compartir la riqueza con los pobres. A los ricos no les gustó escuchar de Juan que la propiedad privada existía debido a la caída en desgracia de Adán, como tampoco les gustaba a los hombres casados escuchar que estaban obligados a la fidelidad matrimonial tanto como sus esposas. Cuando se trataba de justicia y caridad, Juan no reconoció doble vida.
Lejano, enérgico, abierto, especialmente cuando se entusiasmaba en el púlpito, Juan era un blanco seguro para las críticas y los problemas personales. Su fidelidad como director espiritual de la viuda rica, Olympia, provocó muchos chismes al intentar demostrarle que era un hipócrita en lo que respecta a la riqueza y la castidad. Sus acciones tomadas contra obispos indignos en Asia Menor fueron vistos por otros eclesiásticos como una extensión codiciosa y no canónica de su autoridad.
Teófilo, arzobispo de Alejandría y la emperatriz Eudoxia estaban decididos a desacreditar a Juan. Teófilo temía el crecimiento en importancia del obispo de Constantinopla y aprovechó la ocasión para acusar a Juan de fomentar la herejía. Teófilo y otros obispos enojados fueron apoyados por Eudoxia. La emperatriz resentía sus sermones que contrastaban los valores del evangelio con los excesos de la vida de la corte imperial. Ya sea intencionado o no, los sermones que mencionan a la espeluznante Jezabel y las impías Herodías se asociaron con la emperatriz, que finalmente logró que Juan fuera exiliado. Murió en el exilio en 407.
Reflexión
La predicación de Juan Crisóstomo, con palabras y ejemplos, ejemplifica el papel del profeta para consolar a los afligidos y afligir a los cómodos. Por su honestidad y coraje, pagó el precio de un ministerio turbulento como obispo, personal y exilio. Te invito a pedir a Dios por los predicadores, evangelistas y todos los que representan la fe con sus acciones y palabras.