San Esteban
Santo del día para el 26 de diciembre
(d. c. 36)
Según: www.franciscanmedia.org
“A medida que el número de discípulos continuó creciendo, los cristianos de habla griega se quejaron contra los cristianos de habla hebrea, diciendo que sus viudas estaban siendo descuidadas en la distribución diaria. Entonces los Doce convocaron a la comunidad de los discípulos y dijeron: ‘No es correcto que descuidemos la palabra de Dios para servir en la mesa. Hermanos, seleccionen de entre ustedes siete hombres de buena reputación, llenos del Espíritu y la sabiduría, a quienes designaremos para esta tarea, mientras que nos dedicaremos a la oración y al ministerio de la palabra. “La propuesta fue aceptable para toda la comunidad, entonces escogieron a Esteban, un hombre lleno de fe y del Espíritu Santo…” (Hechos 6: 1-5).
Hechos de los Apóstoles dice que Esteban fue un hombre lleno de gracia y poder, que hizo grandes maravillas entre la gente. Ciertos judíos, miembros de la sinagoga, debatieron con Esteban, pero no demostraron rival para la sabiduría y el espíritu con el que habló. Persuadieron a otros para que lo acusaran de blasfemia. Fue capturado y llevado ante el Sanedrín.
En su discurso, Esteban recordó la guía de Dios a través de la historia de Israel, así como la idolatría y desobediencia de Israel. Luego afirmó que sus perseguidores estaban mostrando este mismo espíritu. “… siempre te opones al Espíritu Santo; eres como tus antepasados ”(Hechos 7: 51b).
El discurso de Esteban provocó la ira de la multitud. “Pero él, lleno del Espíritu Santo, miró intensamente al cielo y vio la gloria de Dios y de Jesús a la diestra de Dios, y dijo: ‘He aquí, veo los cielos abiertos y al Hijo del Hombre parado en la diestra de Dios…. Lo echaron de la ciudad y comenzaron a apedrearlo. … Mientras lo apedreaban Esteban, gritó: “Señor Jesús, recibe mi espíritu” … “Señor, no sostengas este pecado contra ellos” (Hechos 7: 55-56, 58a, 59, 60b).
Reflexión
Esteban murió como lo hizo Jesús: acusado falsamente, condenado injustamente porque dijo la verdad sin miedo. Murió con los ojos fijos en Dios y con una oración de perdón en los labios. Una muerte “feliz” es aquella que nos encuentra con el mismo espíritu, ya sea que nuestra muerte sea tan tranquila como la de José o tan violenta como la de Esteban: morir con coraje, confianza total y amor perdonador. Te invito a pedir por todos los mártires de la historia, y para que Dios nos de el coraje de defender la fe si es necesario.