San Alfonso Liguori
Santo del día para el 1 de agosto
(27 de septiembre de 1696 – 1 de agosto de 1787)
Según: www.Franciscanmedia.org
La teología moral, dijo el Vaticano II, debería ser alimentada más a fondo por las Escrituras, y mostrar la nobleza de la vocación cristiana de los fieles y su obligación de dar fruto en caridad para la vida del mundo. Alfonso, declarado patrón de los teólogos morales por Pío XII en 1950, se alegraría en esa declaración.
En su día, Alfonso luchó por la liberación de la teología moral de la rigidez del jansenismo. Su teología moral, que pasó por 60 ediciones en el siglo que le siguió, se concentró en los problemas prácticos y concretos de los pastores y confesores. Si cierto legalismo se infiltro en la teología moral, no debería atribuirse a este modelo de moderación y gentileza.
En la Universidad de Nápoles, Alfonso recibió un doctorado en derecho canónico y civil por aclamación, a la edad de 16 años, pero pronto abandonó la práctica del derecho por actividad apostólica. Fue ordenado sacerdote y concentró sus esfuerzos pastorales en misiones parroquiales populares, escuchando confesiones y formando grupos cristianos.
Fundó la congregación redentorista en 1732. Era una asociación de sacerdotes y hermanos que vivían una vida común, dedicada a la imitación de Cristo, y que trabajaban principalmente en misiones populares para campesinos. Casi como un presagio de lo que vendría después, se encontró abandonado después de un tiempo por todos sus compañeros originales, excepto un hermano laico. Pero la congregación logró sobrevivir y fue aprobada formalmente 17 años después, aunque sus problemas no habían terminado.
Las grandes reformas pastorales de Alfonso fueron en el púlpito y en el confesionario, reemplazando la pomposa oratoria de la época con simplicidad y el rigor del jansenismo con amabilidad. Su gran fama como escritor ha eclipsado de alguna manera el hecho de que durante 26 años viajó por el Reino de Nápoles predicando misiones populares.
Fue nombrado obispo a los 66 años después de intentar rechazar el honor, e inmediatamente instituyó una reforma exhaustiva de su diócesis.
Su mayor dolor llegó hacia el final de su vida. Los Redentoristas, que continuaron precariamente después de la represión de los jesuitas en 1773, tuvieron dificultades para lograr que su Reino aprobara su Regla. Alfonso accedió a la condición de que no poseían ninguna propiedad en común, pero con la connivencia de un alto funcionario redentorista, un funcionario real cambió la Regla sustancialmente. Alfonso, viejo, lisiado y con muy mala vista, firmó el documento, sin saber que había sido traicionado. Los Redentoristas se pusieron bajo el papa, que retiró a los de Nápoles de la jurisdicción de Alfonso. Fue solo después de su muerte que las ramas se unieron.
A los 71 años, Alfonso sufría dolores reumáticos que le dejaban un dolor incurable. Hasta que se enderezó un poco, la presión de su barbilla le causó una herida en el pecho. Sufrió los últimos 18 meses de escrúpulos de “noche oscura”, miedos, tentaciones contra cada artículo de fe y cada virtud, intercalados con momentos de luz y alivio, cuando los éxtasis eran frecuentes.
Alfonso es mejor conocido por su teología moral, pero también escribió bien en el campo de la teología espiritual y dogmática. Su Glorias de María es una de las grandes obras sobre ese tema, y su libro Visitas al Santísimo Sacramento atravesó 40 ediciones en su vida, influyendo mucho en la práctica de esta devoción en la Iglesia.
Reflexión
San Alfonso era conocido sobre todo como un hombre práctico que se ocupaba de lo concreto en lugar de lo abstracto. Su vida es, de hecho, un modelo práctico para el cristiano cotidiano que tiene dificultades para reconocer la dignidad de la vida cristiana en medio del remolino de problemas, dolor, malentendidos y fracasos. Alfonso sufrió todas estas cosas. Él es un santo porque fue capaz de mantener un sentido íntimo de la presencia del Cristo sufriente a través de todo. Te invito a pensar en todas las dificultades que tienes hoy día, y que le pidas a Dios que te de las fuerzas a seguir adelante.
