La Biblia Una Historia Continua de Salvación: Como entender la historia bíblica mejor por medio de pactos


(Según el libro: Necesitamos de tus Carismas, de tu Amor; te Necesitamos a TI)

Para poder entender preguntas como; ¿cuál es mi propósito? ¿O qué función tengo? Es bueno empezar en el principio y conocer nuestra historia un poco más. Ésta es conocida como la historia de salvación que quizás tú ya conoces, pero es una base o fundación importante para conocer nuestro propósito y papel en la historia de salvación. Es esencial reconocer de dónde vinimos, para dónde vamos y así podremos entender la mejor forma de llegar.

En el principio Dios creó al mundo, y lo creó no porque necesita del mundo sino por amor. Dios creó los cielos, la tierra, los animales, las plantas, a ti y a mí por amor. ¿Por qué por amor? Porque quiere que vivamos en armonía con Él y con el prójimo. Él nos creó para compartir de su divinidad, para compartir y vivir en relación con Él. Ésta es la respuesta básica de porqué fuiste creado. Dios te creó porque te ama, eres su creación favorita, tanto así que en el libro del Genesis nos dice que Dios te creó a su imagen y semejanza. Eso quiere decir que te creó para estar en comunión y para vivir lo que es el amor mismo.

Como Dios nos creó para amarlo y amar a nuestro prójimo, también nos da la opción de seguirlo o no, de amarlo o no. La única forma de demostrar nuestro amor a Dios y al prójimo es si tenemos opciones. Piensa si hubieses sido creado sin la opción a escoger a quién amas, entonces no es verdadero amor porque estás obligado o programado a amar a un ser ya que no tienes otra opción. Pero si tienes la opción de amar, escoger o no, ya si escoges amar a una persona, esa persona puede reconocer que en verdad es amar ya que no lo haces por obligación. De igual manera Dios creó la humanidad con la opción de escoger amarlo, seguirlo o no.

Recuerda que el plan de Dios para ti y para mí fue vivir en armonía, en amor, en comunión, en relación con Dios y con nuestros prójimos desde el principio. El plan era y es que participemos en su gloria en su divinidad. Pero lamentablemente satanás convenció a nuestros padres originales a dudar de Dios, a desobedecer de Dios y pecaron. Esta desobediencia, este pecado de nuestros padres originales (Adán y Eva) causó una separación entre el hombre y Dios. En el principio, todo estaba en armonía, el hombre fue creado para participar de la divinidad de Dios, pero el pecado de Adán y Eva causaron que el hombre decidiera por sí mismo lo que era bueno y lo que no era bueno. En otras palabras, por medio del pecado original el hombre quiso ser su propio dios. Esto lo conocemos como la caída. Satanás por odio y envidia engañó al hombre para que pecara, y se alejase de Dios. Hizo creer al hombre que podía ser su propio dios y que no necesitaba de Dios, cuando en realidad desde el principio fuimos creados por amor, para amar, participar de la gloria y divinidad de Dios. Desde ese momento todas las generaciones siguientes nacen con el resultado del pecado original, que es estar fuera de la gracia divina de Dios o fuera de la armonía de Dios.

Dios podía haber dejado todo ahí. Él podía haber decidido borrar a la creación y comenzar de nuevo, Él podía haber decidido olvidarnos como una creación rebelde o desobediente, pero no lo hizo. Recuerda el plan original de vivir en armonía con Dios, de ser parte de la divinidad de Dios, de estar en relación con Dios, aunque lo traicionamos, aunque lo desobedecimos el aún anhela el bien para nosotros. Por esta razón Dios inmediatamente demuestra su misericordia, su amor y su perdón. Dios es un Dios de pactos y alianzas, tenía una alianza con Adán y Eva en la cual el sería su Dios y ellos serían su pueblo. Adán y Eva serian parte de la divinidad y de la gracia de Dios, en cambio Dios seria su Dios.

Después de la caída, del pecado original, se perdió esa gracia o amistad con Dios, pero Dios no nos abandonó, nos perdonó y quiso restaurar la amistad, la relación, la alianza. La humanidad no escuchó, no obedeció y nuevamente quiso ser su propio Dios, al punto que el pecado estaba tan alborotado que Dios decidió inundar la Tierra. Hizo una alianza con Noé y su familia, ya que eran los únicos justos (interesado en estar en armonía y comunión con Dios) que quedaban en la Tierra. Dios inundó la Tierra y todo el que escuchara a Noé y entrara en el arca que Noé construyo, se salvaría (solo Noe y su familia escucharon y se salvaron). La alianza que Dios hizo con la pareja de Adán y Eva, ahora la extendió a Noé y su familia, pero nuevamente según pasaron las generaciones, el pueblo se volvió a inundar en pecado y alejarse de Dios.

Dios le prometió a Noé y su familia que nunca inundaría la Tierra nuevamente, pero el pecado volvió a llegar a un punto de gran alboroto. Otra vez Dios muestra su gran amor, su misericordia, su perdón y su anhelo de que estemos en armonía y formó otra alianza. Entonces Dios hizo otro pacto o alianza, esta vez con Abraham y su tribu. Dios le prometió hacerlo una gran nación, que su nombre sería grandemente exaltado y que todas las naciones serían benditas por medio de Abraham, en cambio de ser su Dios. Ya la alianza que Dios había hecho con la pareja de Adán y Eva se extendió a la familia de Noé, y luego de la familia de Noé, ahora se extiende a la tribu de Abraham. De Abraham sale el famoso pueblo de Israel o las doce tribus de Israel. Israel es el nombre que Dios le dio a Jacob quien fue hijo de Isaac, quien fue hijo de Abraham. Por medio de esta cadena vemos como Dios quiere en realidad bendecir a todas las naciones ya que el pueblo de Israel fue escogido para ser el pueblo santo, el pueblo ejemplo, el pueblo de fe, el pueblo por el cual la bendición fuese transmitida. Poco a poco el pueblo se va alejando de Dios, se va olvidando de Dios.

El pueblo cae en la esclavitud de otras naciones y Dios envía a Moisés a rescatarlos de la esclavitud y a restaurar la relación con Dios. El pueblo fue liberado y Dios hizo una nueva alianza, esta vez con Moisés y el pueblo de Israel. El pueblo tendría a Dios como su Dios, en otras palabras, no adorarían a otros dioses y en cambio Dios los llevaría a la tierra prometida y los bendeciría grandemente. En el camino el pueblo cae gravemente en idolatría, crean y adoran otros dioses, desconfían de Dios, pierden la Fe y nuevamente quieren ser sus propios dioses. Aunque el pueblo cae gravemente, Dios muestra su amor, su fidelidad, su misericordia y su perdón. Dios no abandona al pueblo, Él siempre cumple sus promesas, siempre cumple su parte de las alianzas, pero la humanidad en lo general no.

Podemos decir que, a través de estas alianzas y caídas, siempre queda un remanente, una persona, familia o grupo que sí quiere ser fiel a Dios, que sí quiere participar en esa relación con Dios y aunque peca o cae, se arrepiente. Dios mira ese remanente, y por ese remanente muchos reciben bendiciones de Dios.

Dios continúa extendiendo su bendición, su alianza a más y más porque su plan es que todos lleguen a la participación de su gloria. La alianza de la pareja de Adán y Eva se expandió a Noé y su familia, luego a Abraham y su tribu, y acabamos de ver a Moisés y un pueblo. Como queda ese remanente que quiere ser fiel, Dios hace una nueva alianza con David. Esta alianza es con David y todo un reino, la alianza consiste en que Dios bendecirá al reino, los protegerá y en cambio el reino no tendrá dioses, solo a Dios. Bajo el reino de David el pueblo fue más fiel a Dios, después el reino continuó bajo el poder de Salomón (hijo de David), pero las cosas comenzaron a decaer hasta el punto de que cuando murió Salomón el reino se divide. Esta división llevó al pueblo de Israel a lo que se llama el exilio o la conquista completa por otras naciones.

El pueblo escogido por Dios para ser un ejemplo, el pueblo escogido para ser instrumento de gracia y bendición a todo el mundo, se divide, se desaparece por su idolatría e infidelidad a la alianza. Como puedes ver es un patrón que se repite, Dios crea el mundo por amor, para estar en comunión con él, para que el mundo participe de su divinidad, pero la humanidad cae. Dios es tan amoroso y misericordioso que nos perdona y quiere reestablecer esa relación. Busca forma tras forma de ayudarnos a volver a estar en comunión con Él, pero siempre seguimos pecando, cayendo, tratando de ser nuestros propios dioses y de hacer las cosas a nuestra manera.

Cuando todo parecía irreparable con el pueblo de Israel, con el reino de Dios en la Tierra, Dios forma una nueva alianza. Esta alianza es la alianza cumbre, la alianza clímax, es la alianza eucarística. Dios envía a su propio hijo (Jesús) a cumplir la parte de la alianza que nosotros no pudimos cumplir. Jesús vino al mundo a ser el nuevo Adán, el nuevo Noé, el nuevo Abraham, el nuevo Moisés, el nuevo David, el único que no rompería la alianza. Por medio de Jesús la alianza de una pareja (Adán y Eva), familia (Noé), tribu (Abraham), pueblo (Moisés), reino (David) se extiende a todo el mundo. Por medio de Jesús todo el mundo puede recibir la bendición de Dios. Jesús vino a pagar una deuda que Él no debía, pero que nosotros no podíamos pagar. Jesús vino a pelear por ti y por mí contra satanás para demostrar que no estamos solos y que, si aceptamos su bendición, si aceptamos su amor, si aceptamos su relación podemos volver al plan original.

El tiempo que Jesús estuvo en la Tierra, Él sano, Él enseñó, Él bendijo, Él sirvió, Él ayudó a crear esa relación entre la humanidad y Dios, Él restauró lo que se había perdido. Jesús nos enseñó el camino al padre, nos enseñó lo que es la verdadera comunión con Dios y con el prójimo. Jesús fue crucificado y eso también lo hizo voluntariamente por ti y por mí, por nuestros pecados, para liberarnos. Pero no quedó en la tumba, Él resucitó y subió al cielo. Con su resurrección nos demostró que la muerte no tiene la última palabra, que tú y yo fuimos hechos para vivir una eternidad. Lo grande de la nueva alianza es que Jesús nos prometió que nunca nos abandonaría y que siempre estaría con nosotros. Pero, sin embargo, ascendió a los cielos, no está físicamente con nosotros.

Por esta razón Él formó una iglesia, una comunidad de personas que son instrumentos de Jesús en el mundo, a esa iglesia les otorgó el Espíritu Santo. El Espíritu Santo que los guíe, que los Proteja, el Espíritu Santo que obre a través de ellos. El Espíritu Santo que continúe todas las obras que Jesús hizo cuando en la Tierra, pero ahora por medio de la iglesia, de la comunidad. Esto es parte de la divinidad de Dios, esto es parte de ser coherederos de Dios. Por medio del Espíritu Santo todos los que forman parte de la iglesia de Cristo, están llamados a continuar su misión. La misión de sanar, de restaurar, de enseñar, de guiar, de amar como él lo hacía. Jesús es la cabeza y la iglesia es el cuerpo de Cristo. El Espíritu Santo por medio del cuerpo de Cristo continúa la misión hasta que Cristo regrese.

Tú y yo podemos ser parte del cuerpo de Cristo, tú y yo podemos ser parte de esa iglesia enviada a continuar su misión. La misión de Cristo es repartir su amor, sus bendiciones a todo el mundo para que todos lleguen a conocer a Dios y tengan la oportunidad de participar de la gloria, de la divinidad, de la relación y el gran amor de Dios. Ésta para mí es la última alianza, una alianza personal, la alianza de Dios contigo. Él quiere ser tu Dios y quiere que tú seas su hijo. La pregunta es: ¿aceptas?

Ahora, quizás te preguntes: ¿qué tiene todo esto que ver con mi propósito? ¿Con mi función? Pues mi respuesta es; todo, tiene todo que ver con tu propósito, función y diseño. Volvemos al principio, Dios nos creó por amor, porque nos ama, nos creó para que lo amemos y amemos a nuestro prójimo. La voluntad de Dios es que te salves, para que puedas participar de su divinidad y gloria. Quiere santificarte, en otras palabras, que participes de su santidad. Fuimos creados a imagen y semejanza de Dios para ser como Dios es, en otras palabras, para bendecir como Dios bendice (Dios por medio de nosotros). Este es tu propósito principal, amar a Dios y amar a tu prójimo. Pero yo en lo personal creo que fuiste diseñado de una forma específica para demostrar tu amor y bendecir a otros (Dios por medio de ti) en una manera única, una manera que solo tú puedes. Yo pienso que todo lo que tú representas hoy día es parte de tu diseño y te puede ayudar amar y bendecir de una forma única. Creo que tu lenguaje, tus habilidades, tus pasiones, tus experiencias, tus talentos y dones naturales te hacen quién eres, individual y único. A la vez eso te ayuda a poder cumplir con el propósito que Dios tiene para ti.

Mas aún creo que Dios otorga dones del Espíritu Santo a cada miembro del cuerpo de Cristo con el propósito de ayudarlos a cumplir el propósito de amar y bendecir el resto del cuerpo de Cristo. Me voy a referir a esos dones espirituales como carismas. Me gustaría compartirte como Dios da carismas a todos los miembros del cuerpo de Cristo. Estos carismas son parte de tu propósito, de tu misión, de tu función y diseño.

Recuerda siempre de Amar como Dios Ama

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