La Anunciación del Señor
Santo del día del 25 de marzo
Según: www.franciscanmedia.org
La fiesta de la Anunciación, ahora reconocida como solemnidad, se celebró por primera vez en el siglo IV o V. Su enfoque central es la Encarnación: Dios se ha convertido en uno de nosotros. Desde toda la eternidad, Dios había decidido que la Segunda Persona de la Santísima Trinidad se hiciera humana. Ahora, como nos dice Lucas 1: 26-38, la decisión se está cumpliendo. El Dios-Hombre abraza a toda la humanidad, de hecho a toda la creación, para llevarla a Dios en un gran acto de amor. Debido a que los seres humanos han rechazado a Dios, Jesús aceptará una vida de sufrimiento y una muerte agonizante: “Nadie tiene mayor amor que este, dar la vida por los amigos” (Juan 15:13).
María tiene un papel importante que desempeñar en el plan de Dios. Desde toda la eternidad, Dios la destinó a ser la madre de Jesús y estar estrechamente relacionada con él en la creación y redención del mundo. Podríamos decir que los decretos de Dios de creación y redención están unidos al decreto de Encarnación. Debido a que María es el instrumento de Dios en la Encarnación, tiene un papel que desempeñar con Jesús en la creación y la redención. Es un papel dado por Dios. Es la gracia de Dios de principio a fin. María se convierte en la figura eminente que es solo por la gracia de Dios. Ella es el espacio vacío donde Dios podría actuar.
Junto con Jesús, la privilegiada y agraciada María es el vínculo entre el cielo y la tierra. Ella es el ser humano que mejor ejemplifica, después de Jesús, las posibilidades de la existencia humana. Recibió en su humildad el amor infinito de Dios. Ella muestra cómo un ser humano común puede reflejar a Dios en las circunstancias ordinarias de la vida. Ella ejemplifica lo que la Iglesia y cada miembro de la Iglesia deben llegar a ser. Ella es el producto máximo del poder creativo y redentor de Dios. Ella manifiesta lo que la Encarnación debe lograr para todos nosotros.
Reflexión
A veces se acusa a los escritores espirituales de poner a María en un pedestal y, por lo tanto, desanimar a los humanos comunes de imitarla. Quizás tal observación esté equivocada. Dios puso a María en un pedestal y ha puesto a todos los seres humanos en un pedestal. Apenas hemos empezado a darnos cuenta de la magnificencia de la gracia divina, la maravilla del amor gratuito de Dios. La maravilla de María, incluso en medio de su vida muy ordinaria, es el grito de Dios para que despertemos a las maravillosas criaturas que todos somos por designio divino. Te invito a reflexionar sobre el gran valor que tiene todo ser humano por ser hechos a imagen y semejanza de Dios y a dar gracias a Dios por la encarnación de Jesús.