Una buena amiga en el trabajo me hizo una pregunta que me hizo parar y pensar por unos minutos. Me pregunto si yo era feliz. Es una pregunta muy popular, una pregunta que quizás tú has escuchado muchas veces. Cuando te preguntan si eres feliz, en que piensas; ¿piensas si eres feliz en ese momento, en esa semana, en ese mes, en ese año? Quizás piensas si eres feliz en el trabajo, o en la escuela, o en tu matrimonio o vida de soltero. ¿Son tantas las posibilidades y tantas las diferentes formas de pensar cómo responder a esa simple pregunta, eres feliz?
Para yo responder si soy feliz, quise diferenciar entre la felicidad y la alegría. Para mí la felicidad está más basada en una emoción, está basada en que siento, pero para mí la alegría es algo más permanente, es algo interno. Entonces mi respuesta es que tengo una alegría permanente, una alegría interna y eterna pero mi felicidad o la emoción de la felicidad cambia como cambian las emociones.
Describo mi alegría como una alegría interna y eterna, porque la alegría no depende de factores externos y por eso no fluctúa como la emociones. El mundo nos brinda una felicidad pasajera, una felicidad basada en el placer. El placer no es malo, el problema con el placer es que es temporario. El placer solo nos dura hasta que se acabe la actividad que nos causa el placer. Por ejemplo, si comer nos causa placer, cuando terminamos de comer se nos acaba el placer y por eso comemos nuevamente. Si el ir de compras nos causa placer, cuando acabamos de comprar se nos acaba el placer y por eso volvemos a comprar para volver a sentir la emoción o sentimiento de placer. El placer es temporario y quizás nos brinda felicidad, pero una felicidad temporaria. ¿Entonces cómo puedo recibir esa alegría permanente?
La alegría permanente es una alegría que no depende en el placer, no depende en la emoción o en muchos sentimientos. La alegría permanente puede ofrecer emociones y sentimientos, pero no depende de ellos y no es solo emoción o sentimiento. Para mí la alegría permanente está conectada con la esperanza. La esperanza es saber que pase lo que pase nuestro Dios está con nosotros, es saber que pase lo que pase ya Dios venció. Si consideramos que Dios ya venció, si consideramos que Dios siempre estará con nosotros entonces recibimos la alegría eterna. ¿Cuál es la alegría eterna? saber que tenemos la promesa de la vida eterna, que tenemos la promesa de una vida de felicidad, de alegría, de amor. La alegría eterna es saber que tenemos un Dios que nos ama, que dio su vida por mí, que pase lo que pase, está esperándome con los brazos abiertos. Esa es la verdadera alegría, una alegría que no se puede quitar porque no depende de mí, no depende de las emociones, sentimientos o de los factores de este mundo.
El mundo nos dice que la felicidad depende de tus riquezas, del nivel de placer que recibas, del poder que tengas o del honor que tengas. Por esta razón trabajamos sin cesar, buscamos puestos importantes, buscamos recibir placer, buscamos el poder, pero solo recibimos la felicidad temporaria. Si queremos que la felicidad se convierta en alegría eterna, necesitamos la fe…. la palabra Felicidad comienza con la palabra FE y de igual manera si tenemos FE en Dios, en su palabra y en sus promesas entonces esa felicidad temporaria, esa felicidad emocional o de sentimientos, se transformará en la alegría eterna, la alegría permanente, la alegría interior.
No estoy diciendo que la felicidad emotiva, sentimental o temporal sea mala. Pero la felicidad temporal es eso temporal, tenemos que reconocer que no podemos vivir la vida completa basado solo en la felicidad temporal. Pidámosle a Dios que nos ayude a transformar la Felicidad temporal en la alegría permanente, y que aprendamos que la felicidad temporal es solo temporal y no podemos depender de ella por completo.
