¿Qué es la Divina Misericordia? La Divina Misericordia siempre ha estado con nosotros, desde el principio la Divina Misericordia ha estado presente porque Dios es Divina Misericordia, pero la devoción que más se asocia con la Divina Misericordia le fue revelada a Santa Faustina a finales de los años 1930. Lo que dice la devoción es que, si estamos en estado de gracia, nos arrepentimos de nuestros pecados y comulgamos, recibimos el perdón completo de nuestros pecados y somos liberados de sus castigos. Es un comienzo completamente nuevo, es un borrón y cuenta nueva.
¿Por qué tanta importancia? En el Antiguo Testamento, el pueblo de Israel tenía una gran celebración llamada “El Año del Jubileo”, se realizaba cada 49 años, por lo que el año 50 era el año del Jubileo. En el año del Jubileo se perdonaban las deudas, se liberaba a los esclavos, se devolvía la propiedad a los dueños, era un año de liberación y consolación. El año del Jubileo era un año de gran celebración y anticipación porque representaba el perdón y la libertad, pero solo se realizaba cada 50 años, y su impacto inmediato era temporal o físico. Ahora piensa en el Domingo de la Divina Misericordia, que se lleva a cabo todos los años, igualmente brinda liberación y consuelo, pero no de manera temporal sino eterna. Las implicaciones o el impacto que el Domingo de la Divina Misericordia puede tener en tu vida pueden ser eternos, por eso es tiene una gran importancia.
La misericordia se puede definir o describir de muchas maneras, ser empático, compasivo, perdonar son formas de describir la misericordia, pero yo diría que no alcanzan a describir bien lo que es la Misericordia Divina. La Divina Misericordia es un misterio, un misterio no porque dé miedo sino porque viene de Dios. Dado que Dios es infinito y nosotros somos finitos, no lograremos captarlo o comprenderlo por completo, por lo que llamamos la Divina Misericordia un misterio. Una forma en que escuché describir la misericordia y resuena conmigo es basada en sus raíces latinas. Misericordia en latín es misericordia, que contiene dos palabras, miseria (miseri) y del corazón (cordia), por lo que misericordia es realmente miseria del corazón. En otras palabras, es sentir la miseria de los demás en tu corazón, es cuando tu corazón arde por entrar y participar de la miseria de otra persona.
Jesús hizo eso, entró en nuestra miseria, se hizo uno de nosotros, para participar de nuestra miseria, para aliviar nuestra miseria, nuestros sufrimientos, cuando no era su miseria, cuando no era su sufrimiento. Misericordia no es simplemente perdonar, es entrar en la miseria del otro pero entrar en su miseria con un propósito, el propósito de socorrer, ayudar, aliviar… amar.
Un término que se está volviendo cada vez más popular es matar por piedad, matar por misericordia o eutanasia, pero esto es completamente diferente a la Misericordia Divina. Eutanasia es eliminar a alguien para que no sufra, es eliminar a la persona para eliminar el sufrimiento. La Divina Misericordia es todo lo contrario, es entrar en el sufrimiento con la persona, no es sacar a la persona para que “yo” no la vea sufrir, sino que soy yo sufriendo con ella, aliviando su sufrimiento, aunque signifique que los sufrimientos caigan sobre mí. Jesús tomó nuestros pecados y nuestra miseria no para eliminarnos sino para darnos vida.
La primera carta de Pedro describe mejor esta misericordia divina cuando nos dice que la gran misericordia de Jesús nos hizo renacer a una esperanza viva, de entre los muertos nos dio la vida. La Divina Misericordia es un océano sin fin del amor de Dios, pero debemos aceptarlo. Si aceptamos esta misericordia, el salmo nos dice que “para siempre es su misericordia” ¿por qué? Porque Dios es misericordia. Una forma en que aceptamos su misericordia es participando de la misa. En la misa, permitimos que su misericordia nos cubra, tome nuestro sufrimiento, tome nuestra miseria, tome nuestro pecado y lo deje en la cruz. La misa es el sacrificio perfecto, es nuestro SEÑOR mostrándonos cuánto nos ama, cuánta misericordia tiene para con nosotros. El efecto de esta misericordia es una paz indescriptible. “Jesús dijo un día a Santa Faustina: “La humanidad nunca encontrará la paz hasta que se vuelva con confianza a la Divina Misericordia”. Su misericordia nos da la paz.
En el evangelio, Jesús se paró en medio de los discípulos, discípulos que estaban detrás de puertas cerradas, tenían miedo, estaban en la miseria. Jesús se puso en medio de ellos, entró en su miseria, mostró misericordia y les dio paz. Compartió su paz no una sino muchas veces, ¿por qué? Porque cuando entras en la miseria de alguien el resultado para la persona es “paz”. Jesús no solo está dando paz a los discípulos, sino que también los está capacitando para salir y compartir la misma paz con los demás. En otras palabras, les está pidiendo que tengan misericordia, que entren en la miseria de los demás, alivie la miseria y les conceda la paz. Esta misericordia no es solo compasión, no es solo empatía o perdón, es divina porque viene de Dios, es la gracia de Dios que nos permite tener misericordia y en consecuencia nos exige actuar.
Nuestro desafío es no ser espectadores, es participar verdaderamente del sacrificio de la misa, dejar entrar a Jesús en nuestra miseria, quitar nuestros pecados y darnos la paz… sólo para que a su vez como el Padre lo envió… él nos está enviando a compartir esa paz y convertirnos en agentes de paz… agentes de misericordia … ¿Estás dispuesto aceptar el desafío?
Bendiciones