Cuando entró Jesús en la barca, Sus discípulos Lo
siguieron. Y de pronto se desató una gran tormenta en el mar de Galilea,
de modo que las olas cubrían la barca; pero Jesús estaba
dormido. Llegándose a Él, Lo despertaron, diciendo: “¡Señor, sálvanos, que
perecemos!”
Y Él les contestó: “¿Por qué tienen miedo,
hombres de poca fe?” Entonces Jesús se levantó, reprendió a los vientos y al
mar, y sobrevino una gran calma. Los hombres se maravillaron, y decían:
“¿Quién es Este, que aun los vientos y el mar Lo obedecen?” Mateo
8:23-25
Muchas veces en nuestro caminar tras Jesús (Sus discípulos Lo Siguieron), nos vamos a encontrar en medio de tormentas. Tormentas las cuales van a parecer insuperables, tormentas en las cuales nos sentiremos indefensos, inseguros, débiles y hasta vencidos.
Pero, así como los discípulos de Jesús clamaron a él, en el momento de la tormenta, cuando todo parecía fracasar, cuando todo parecía oscuro, así tenemos nosotros que acudir a nuestro Señor en medio de nuestras tormentas.
Nuestro señor Jesús esta hay para ayudarnos, para darnos fortaleza, para animarnos y hasta para levantarnos en medio de nuestra tormenta personal.
Dios no nos dice que el seguirlo va a hacer un camino sin problemas, sin tormentas o sin angustias, pero si nos dice que él va a estar con nosotros todo el tiempo hasta el fin del mundo.
No sé qué tormenta estés pasando en este momento: hijos en drogas, problemas financieros, problemas en el matrimonio, problemas familiares, una enfermedad critica, un miembro de la familia enfermo, falta de trabajo, falta de amor, falta de fe. ¡No importa que tan grande encuentres esa tormenta, ¡Dios está ahí esperando que lo llames, que clames Señor Sálvame! para ayudarte.
No dejes que pase este momento sin clamar a Dios para que te ayude. Quizás no te quite la enfermedad, quizás encuentres que tus problemas siguen o son peores, pero te aseguro que, si clamas a Dios con FE, él nunca te va a defraudar. Quizás no te elimine la tormenta, pero te dará las fuerzas para sobre pasarla.
Pide: ¡Señor Sálvame!